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Mito IV
El fracaso de la Segunda República
Hay cinco elementos que suelen aparecer en los discursos que defienden la veracidad de este tópico franquista. Estos elementos están señalados en negrita y son los que tendréis que localizar en el documento que se os ha asignado. En cursiva se explican las razones que dan los historiadores para desmontar cada elemento del mito, es decir, para explicar porqué ese argumento es falso, inexacto o engañoso.
4.1 Los líderes republicanos de izquierdas (Manuel Azaña, Largo Caballero, Indalecio Prieto, etc) gobernaron de manera sectaria, excluyente, y a veces autoritaria. No eran unos verdaderos demócratas.
Falso. Uno de los tópicos más repetidos a este respecto es el de que la izquierda no aceptó los resultados electorales de 1933 y que impidió que Gil Robles fuera presidente del gobierno, cuando en realidad fue el propio Alcalá Zamora, presidente de la República y católico moderado, el que se negó a darle a Gil Robles el poder ejecutivo por su declarado antirrepublicanismo.
4.2 La izquierda se fue radicalizando y se convirtió en revolucionaria. Se responsabiliza al PSOE del fin de la República, especialmente a uno de sus líderes: Largo Caballero.
Inexacto. Aunque un sector socialista, especialmente el juvenil, se radicalizó hasta el punto de fusionarse con las juventudes comunistas, los líderes del PSOE nunca mostraron una actitud revolucionaria. No así en sus discursos. Largo Caballero lanzaba proclamas a favor de la revolución porque eso le cosechaba votos y un mayor número de afiliados a la UGT, pero en verdad los socialistas no pensaron en ningún momento en llevar a cabo sus amenazas. Indalecio Prieto, por su parte, más moderado que Largo Caballero, intentaba llegar a acuerdos de gobierno con la izquierda liberal. Largo Caballero fue responsable de la guerra en la medida en que no contribuyó a rebajar la tensión social, pero en ningún momento buscó derribar la República, y menos después de ser el partido más votado en febrero de 1936.
4.3 La Segunda República no fue un régimen plenamente democrático como el actual por la falta de pluralismo político y de consensos (diálogo, pactos). Al contrario, triunfa el extremismo.
Falso. La democracia republicana, al igual que la actual, presentaba deficiencias, límites, pero la República española era en aquella época tan democrática como otras de su entorno (como la francesa o la alemana), y estaba en construcción. En cuanto al pluralismo político hay que recordar que entre 1931 y 1939, en la Segunda República hay ministros conservadores, tradicionalistas, liberales de derechas, liberales de izquierdas, comunistas, socialistas, e incluso ministros (y una ministra) anarquistas. Una pluralidad que ni siquiera hallamos en nuestro sistema democrático actual. Y la ausencia de consensos y pactos también es matizable, dado que en 1936 una amalgama de grupos heterogéneos de ideologías progresistas es capaz de llegar a acuerdos básicos y presentarse unida a las elecciones bajo el nombre de Frente Popular. Y algo similar hicieron las derechas en 1933.
4.4 El gobierno del Frente Popular gobernó de forma injusta y se saltó la legalidad republicana: reformas extremistas contra la Iglesia, los propietarios y el Ejército, manipulaciones electorales, control del poder judicial, violencia policial, persecuciones a la oposición,…
Falso. El gobierno de izquierda liberal de Manuel Azaña, y después el de Casares Quiroga, se mantuvieron dentro de la legalidad republicana, es decir, cumpliendo la Constitución de 1931. Las reformas progresistas eran legítimas, moderadas, y se hicieron conforme a la ley, al igual que la sustitución de Alcalá-Zamora al frente de la presidencia de la República. Y en cuanto a la represión de la Guardia de Asalto y de la Guardia Civil, los datos demuestran que las principales víctimas fueron precisamente campesinos y obreros en el contexto de protestas y huelgas.
4.5 Silencios: se oculta o se manipula la actividad de los grupos reaccionarios durante la Segunda República. No se menciona el carácter antirrepublicano de la mayoría de partidos conservadores y tradicionalistas.
Descontextualización. A finales de 1934 y a finales de 1935 el líder de la CEDA, Gil Robles, consulta a varios generales (Franco, Goded y Fanjul, fundamentalmente) sobre la posibilidad de dar un golpe militar. Esto quiere decir que el partido mayoritario de la derecha ya barajaba la posibilidad de derribar la República por la fuerza. Mientras tanto, los monárquicos de Renovación Española conspiraban y buscaban apoyos para el golpe que estaban preparando. Con la victoria del Frente Popular el 16 de febrero de 1936, ya prácticamente ningún sector de la derecha confía en la democracia para defender sus intereses. Es más, ya en 1934 los ministros y diputados más moderados de la CEDA fueron poco a poco apartados de sus cargos, criticados dentro de su propio partido.
Bibliografía consultada
González Calleja, E. (2013). La radicalización de las derechas. En Los mitos del 18 de julio (pp.221-238).
Preston, P. (2018). La destrucción de la democracia en España: reforma, reacción y revolución en la Segunda República. Debate.
Robledo, R. (2014). Historia científica vs. Historia de combate en la antesala de la Guerra Civil. Studia histórica. Historia contemporánea, 32, 75-94.
Sánchez Pérez, F. (2013a). ¿Una guerra realmente inevitable? En Los mitos del 18 de julio (pp. 7-54).
Sánchez Pérez, F. (2013b). Las reformas de la primavera del 36 (en la" Gaceta" y en la calle). En Los mitos del 18 de julio (pp.291-312).