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Mito III

La primavera negra o trágica de 1936

Hay seis elementos que suelen aparecer en los discursos que defienden la veracidad de este tópico franquista. Estos elementos están señalados en negrita y son los que tendréis que localizar en el documento que se os ha asignado. En cursiva se explican las razones que dan los historiadores para desmontar cada elemento del mito, es decir, para explicar porqué ese argumento es falso, inexacto o engañoso.

3.1  En los meses entre febrero y julio de 1936 en España se vivió un “ambiente de terror” o un “clima de violencia, caos y desorden generalizado”

Inexacto o exagerado. La violencia tiene sus explicaciones, sus diferentes formas de manifestarse y se produce en un determinado momento y lugar. Por ejemplo, entre mediados de marzo y finales de mayo de 1936 hubo menos de 5 muertes por motivos políticos a la semana en toda España, lo que dista mucho de ser un "ambiente de terror". El carácter "generalizado" de la violencia también debe ser matizado: la mayor parte de las muertes se producen en el campo por la conflictividad laboral entre terratenientes y campesinos o en las grandes ciudades por la actuación de pequeños grupos radicalizados. Pero hay muchas provincias donde el número de muertes en los cinco meses previos al golpe es menor de 10, con lo que no se puede hablar de un "caos general" en España.

3.2 El gobierno de izquierdas fue el principal culpable de lo sucedido porque no hizo nada para normalizar la situación. O incluso fue cómplice por no actuar contra la violencia de los izquierdistas.

Falso. De las 267 muertes por motivos políticos que se contabilizan en la primavera de 1936, alrededor de 100 son provocadas por las fuerzas de seguridad del Estado (Guardia Civil o Guardia de Asalto). Las víctimas, además, eran tanto obreros y campesinos como militantes de la derecha extrema. Esto implica que 1) el Gobierno actuó, utilizó los medios a su alcance para intentar controlar la situación, y 2) la represión estatal se dirigió tanto contra organizaciones derechistas como izquierdistas.

3.3  Los grupos de izquierdas fueron los principales responsables de esa situación caótica.

Falso. De las 267 muertes por motivos políticos que se contabilizan en la primavera de 1936, alrededor de 80 son producidas por miembros de la derecha extrema y la mayoría de crimenes cometidos por militantes izquierdistas se producen contra otros militantes de izquierdas. Es más, los historiadores coinciden en que en torno a la mitad de las víctimas por la violencia política entre febrero y julio de 1936 eran izquierdistas. Todo esto se comprende mejor si se tiene en cuenta que la violencia solo se produce si alguien cree que va a salir beneficiado con ella. A la izquierda liberal, que estaba en el gobierno, la violencia no le interesaba porque solo podía poner a la gente contra el gobierno. A la izquierda comunista tampoco le beneficiaba la violencia porque quería atraerse el apoyo de la pequeña burguesía y mantenía una postura moderada y no revolucinaria. Paul Preston asegura que el modo en que se produce la violencia tampoco era la forma de actuar de los anarquistas. Todo apunta a que los grupos vinculados a la conspiración cívico-militar - especialmente los falangistas - eran los que estaban detrás del inicio de las hostilidades. ¿Porqué, sino, Gil Robles concedió unas 200.000 licencias de armas a militantes de la derecha extrema cuando era ministro de la Guerra? No obstante, los grupos de izquierdas entraron en el juego y respondieron también de forma violenta, dando lugar a un ciclo de provocación-respuesta, acción-reacción.

3.4 Silencios: no explicar el porqué de la conflictividad laboral.

Descontextualización. A veces se alude al número excesivo de huelgas - especialmente a partir de mayo - o a las expropiaciones ilegales de campesinos en la primavera de 1936 para justificar esa idea de "desorden general". Sin ser falsos esos hechos, es importante que se expliquen bien para que se comprendan. Es necesario hablar del contexto de crisis económica, de las cifras records de desempleados (más de 800 mil en una población de 24 millones de habitantes donde las mujeres siguen muy apartadas del trabajo asalariado y las familias contaban de media con 6-7 miembros). Esas condiciones llevaron a muchos obreros y campesinos, desesperados, a mostrarse inflexibles ante la negativa de algunos patronos y terratenientes de cumplir con la legislación republicana (laboreo forzoso, jornada laboral de 8 horas, salario mínimo de 4,5 pesetas/hora, jurados mixtos,...), y se tomaron la justicia por su mano (ocupando fincas que no eran suyas para cultivarlas) o recurrieron a la huelga como forma de reivindicar sus derechos (lo cual, a su vez, empeoraba la situación económica). Todo ello creó un clima de fuerte tensión en el mundo laboral.

3.5 Silencios: no ofrecer cifras exactas sobre el número de asesinatos y sus características (dónde ocurrieron, autores del crimen, quiénes eran las víctimas…)

Descontextualización. Se trata de hablar de "cientos o miles de asesinatos", "cientos o miles de robos", "cientos o miles de huelgas" o "cientos o miles de iglesias quemadas" sin aportar cifras exactas ni mucho menos explicar el porqué de esos actos, en qué momento se producen, quién los provoca, quién los ejectuca, etc.

 

Bibliografía consultada

 

 

Cruz Martínez, R. (2006). El repertorio frenético: La ocupación de la calle en la primavera de 1936. Historia y política: ideas, procesos y movimientos sociales, (16), 11-32.

Espinosa, F., y Ledesma, J. L. (2012). La violencia y sus mitos. En el combate por la historia, Barcelona: Pasado y Presente, 475-497.

González Calleja, E. (2011). La necro-lógica de la violencia sociopolítica en la primavera de 1936. Mélanges de la Casa de Velázquez. Nouvelle série, (41-1), 37-60.

Ledesma Vera, J. L. (2013). La" primavera trágica" de 1936 y la pendiente hacia la Guerra Civil. En Los mitos del 18 de julio (pp.313-339).

 

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