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Mito I
La revolución de octubre de 1934 como inicio de la Guerra Civil
Hay cinco elementos que suelen aparecer en los discursos que defienden la veracidad de este tópico franquista. Estos elementos están señalados en negrita y son los que tendréis que localizar en el documento que se os ha asignado. En cursiva se explican las razones que dan los historiadores para desmontar cada elemento del mito, es decir, para explicar porqué ese argumento es falso, inexacto o engañoso.
1.1 La insurrección de octubre de 1934 es el verdadero inicio de la guerra
Falso. El ejército republicano sofoca la rebelión en pocos días. La República es capaz de resistir ante la situación, y por lo tanto la guerra no empezaría hasta la sublevación del 17 de julio de 1936. De hecho, ya se había producido otra insurrección en 1932, un intento de golpe de Estado del general Sanjurjo, pero evidentemente tampoco supuso el inicio de la contienda.
1.2 La revolución asturiana fue el preludio del enfrentamiento civil posterior. También se pueden emplear términos como "premisa", "preámbulo", "precedente" o "prólogo". Se entiende que los sucesos de 1934 serían una especie de "ensayo general" de la contienda. Se habla incluso de una pequeña guerra civil.
Falso. Los sucesos duraron dos semanas. En una pequeña parte del territorio español (solo algunas zonas de Asturias). Y en el resto de España las organizaciones de izquierdas no llevaron a cabo actos revolucionarios, sino una huelga general en protesta por la llegada de la derecha antirrepublicana al poder. Ese no es un ambiente de guerra civil.
1.3 La revolución de octubre supone un auténtico golpe de Estado de los grupos de izquierda contra la República. Los líderes socialistas planearon la insurrección general.
Inexacto. La revolución de Asturias no fue una insurrección contra la República, sino contra el gobierno radical-cedista. Fue una reacción defensiva contra la actitud del Gobierno, pero no ofensiva para acabar con el régimen. En Asturias se aliaron socialistas, anarquistas y comunistas, pero no así en el resto del país. No existía un proyecto organizado y coordinado de asalto al poder. La UGT se había limitado el 3 de octubre a proclamar una huelga general pacífica para el día siguiente en todo el país. De hecho, ni el PSOE ni la UGT hicieron compras masivas de armas. Y sin armas, no podía haber revolución, ni golpe, ni mucho menos guerra civil.
1.4 Silencios: no se sitúa la rebelión en Asturias en su contexto nacional (llegada al poder de tres ministros de un partido antirrepublicano).
Descontextualización. La CEDA estaba decidida a acabar con la República e instaurar un régimen corporativo y autoritario. Desde que ganara las elecciones de noviembre de 1933 confiaba en poder alcanzar ese objetivo por las vías legales, es decir, sin tener que recurrir a un un golpe de Estado violento. Como habían llegado al poder sus representantes, terratenientes y patronos se negaban a cumplir las leyes aprobadas en el bienio progresista (límite de jornada laboral, salario mínimo, laboreo forzoso,...). En consecuencia aumentaron las protestas de obreros y campesinos en forma de huelgas y manifestaciones, que acabaron casi siempre con represión de las fuerzas del orden y la ilegalización de sindicatos. La tensión iba en aumento y la entrada en el gobierno de la CEDA fue lo que finalmente convenció a las organizaciones obreras de sublevarse de forma coordinada. La revolución fracasó, pero a medias, dado que su objetivo de impedir la implantación de un régimen autoritario se cumplió, pues pocas semanas después, cuando Gil Robles consultó a varios generales sobre la posiblidad de tomar el poder a través de un golpe, estos le aseguraron que el Ejército no estaba preparado en caso de una movilización obrera general como la asturiana contra el golpe.
1.5 Silencios: no se sitúa la rebelión en Asturias en su contexto internacional (destrucción de las democracias europeas por los partidos ultraconservadores o fascistas de manera legal).
Descontextualización. En Alemania Hitler había llegado al poder a través de unas elecciones en enero de 1933 y una vez en el gobierno, destruyó la democracia desde dentro. Dolfuss hizo lo mismo en Austria y Mussolini ya había conseguido convertirse en dictador sin la necesidad de dar un golpe o provocar una guerra. Los diputados de la CEDA y de otros partidos de la derecha extrema española conocían estos hechos, y veían en la experiencia nazi un buen ejemplo a seguir y apostaron por esa misma estrategia. Gil Robles y otros grandes líderes conservadores volvían de sus viajes a Alemania alabando lo que allí se hacía (incluso el sistema de campos de concentración). Todo lo anterior era conocido por las asociaciones obreras españolas y explica la actitud que mostraron ante la llegada al poder de la CEDA. No en vano en esos países donde el fascismo se había impuesto, eran precisamente los líderes de las asociaciones obreras los primeros en entrar en aquellos campos de concentración...
Bibliografía consultada
Casanova, J. (2007). Republica y guerra civil: volumen 8.
Jackson, G. (1985). Octubre 1934: cincuenta años para la reflexión. Siglo XXI de España Editores.
Preston, P. (2018). La destrucción de la democracia en España: reforma, reacción y revolución en la Segunda República. Debate.